Llegó el día de los Ázimos en que se había de sacrificar el cordero de Pascua; y envió a Pedro y a Juan diciendo: “Id y preparadnos la Pascua para que la comamos” (Lucas 22, 7-8).
Entre la actitud con que iban a celebrar la Pascua los apóstoles y los sentimientos de cada uno de ellos en este día tan señalado y la intención y la perspectiva de Jesús, hay un abismo.
Para unos, los apóstoles, era la pascua de aquel año, según la tradición judía iban a conmemorar la liberación de Israel del poder de Egipto. Responsablemente se ocuparían de tener todo preparado; seguramente, todos o bastantes se sentirían orgullosos por estar a solas con Jesús, otros expectantes, ya que corrían tiempos difíciles, y en algunos sectores no estaba bien visto se r del círculo de los amigos de Jesús. Su amistad empezaba a resultar incómoda; sin embargo, Jesús los eligió como sus íntimos para participar en la primera liturgia eucarística de Jesús que anticipaba sacramentalmente su entrega en esta cena con la acción simbólica del pan y del vino.
Les sorprende con el discurso de despedida en que les revela todo el misterio, les revela los planes que su Padre, Dios, ha diseñado para ellos y para quienes crean en Jesús a lo largo de todos los tiempos y en todos los lugares dela Tierra.
A mi también me ha sorprendido Jesús y me sigue sorprendiendo año tras año.
Desde hace ya algunos años, cuando nos iniciamos como Equipo de Liturgia, cada año he tenido la oportunidad de ser una de las personas que participan en esta preparación: la Preparaciónde la Última Cena, Eucaristía de Jueves Santo y lo que al principio parecía un hecho sin mayor trascendencia, según pasan los años descubro que el mandato del Señor del evangelio de Lucas, se cumple hoy en la Iglesia, en cada comunidad parroquial, y por supuesto también en la nuestra. Descubro que no es una actividad que realizo por mis aptitudes o por disponer de tiempo; sino que el Señor me concede ponerme al servicio y tener celo por llevarlo a cabo junto con un reducido grupo de hermanos, esta realidad, de ser pocos, no nos lleva a considerarnos importantes e imprescindibles ni tampoco a desanimarnos . En medio del trabajo, de la dedicación a mi familia, el Señor se las compone para distribuirme el tiempo y entregarlo con alegría. Cada vez deseo con más fuerza que mi labor sea callada, cada vez crece en mí el deseo de que participen más hermanos en la fe en la preparación de celebraciones tan trascendentales para nuestra vida parroquial, para nuestro crecimiento en la fe personal y comunitario; es por lo que creo que esta fuerza me viene de Dios. Os he de ser sincera sólo por los bienes espirituales que esto me reporta a nivel personal y familiar vale la pena llevar a término este encargo, este servicio : “ … preparadnos la Pascuapara que la comamos ”.La Pascua, el paso del Señor, el paso de la muerte a la vida.
Jesús compartió esta última etapa de su vida, “LA PASIÓN”, con los más íntimos, los apóstoles; a quiénes les dijo: “Con ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer”Lc22, 15; y ¿para qué? ¿ Por qué?
Jesús tiene otros planes, quiere darme a conocer los planes de Dios y no se ha cansado todavía de llamarme, de invitarme a su banquete. ¿Cuántas veces he estado en “El Cenáculo” como espectadora, sin entender a penas nada, sin saber la trascendencia, sin sentir nada especial, pero he estado en el “Cenáculo” era la única forma que en ese momento tenía de responder a la fidelidad de Dios. Poco a poco la escucha dela Palabra, la participación en los sacramentos, el alimento dela Eucaristíame han llevado a experimentar el amor de Dios, y a servir por amor (muy limitado); deseo crecer en la intimidad con Jesús y de ser una con Cristo por la comunión de su Cuerpo y de su Sangre.
Soy testigo de que Jesús está haciendo un camino conmigo, camino de comunión con Él y haciendo nacer en mí deseos de comunión con todos los hermanos, conocidos o no que celebramos la Cenadel Señor el Jueves Santo.
En esta eucaristía, como todas, es Pascua, Jesús celebra con toda la asamblea, Pascua, el paso de la muerte a la vida y no sólo nos invita a solidarizarnos con él sino que lo hace accesible, que me pasa de la muerte a la vida, que pasamos de la muerte a la vida, nos anticipa la resurrección, la victoria sobre cada una de nuestras muertes, principalmente, sobre todo lo que nos divide como miembros de una misma comunidad parroquial, hermanos en la fe.
Esta Eucaristía es anuncio de resurrección, y al mismo tiempo de invitación al servicio. Vivirla Eucaristíadela Cena del Señor es comenzar a sintonizar conla Pascuade Cristo.
Jesús, cada Jueves Santo nos cita en nuestra Parroquia y nos muestra su amor hasta el extremo de tres maneras:
- Lavó los pies a sus discípulos y mostró que está entre nosotros como el que sirve ( Lc 22, 27).
- Anticipó simbólicamente su muerte redentora, pronunciando sobre los dones del pan y del vino estas palabras: “Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros” Lc 22,19s. De este modo instituyóla Sagrada Eucaristía.
- Y al mandar a sus Apóstoles: “Haced esto en memoria mía” ( 1ª Cor 11, 24b) los convirtió en sacerdotes dela Nueva Alianza, son un don que Dios hace a su Iglesia, entre nosotros representan al mismo Señor (Del comentario del Youcat número 259).
Y todas estas muestras de su amor las realiza. ¿Qué se dará en nosotros por la participación en el Misterio Pascual? Se darán los signos del AMOR y la UNIDAD.
Y cuando sea oportuno podremos ver su obra. Yo creo en esta acción de Dios, creo en su Palabra; “Para que sean uno como tu Padre en mí y yo en ti”
La participación en el Triduo Pascual inaugurado en la eucaristía de Jueves Santo hará posible en nosotros una comunidad parroquial renovada, por la potencia dela RESURRECCIÓN de Cristo; una comunidad parroquial que celebra y anuncia el amor de Dios , que proclamala Buena Noticia: DIOS TE AMA , Cristo ha muerto por tus pecados y ha resucitado para que tu y yo tengamos en Él Vida Eterna.
Fina
FUENTES:
- Youcat, Catecismo Joven de la Iglesia Católica
- Misa Dominical ( Folletos formativos)
MAY