Una viuda de 69 años y madre de dos hijos ingresa como carmelita de clausura

Una viuda de 69 años y madre de dos hijos, Teresa Gil, ha ingresado en el monasterio de vida contemplativa que la orden religiosa de las Carmelitas Descalzas regentan en la localidad valenciana de Villar del Arzobispo, según informaron fuentes del Arzobispado.

Asimismo, el día que Teresa Gil ingresó en el convento, sus familiares y feligreses de su parroquia participaron en una misa presidida en el monasterio por el presidente de Liturgia del Arzobispado de Valencia, Jaime Sancho, y concelebrada por el párroco de la iglesia Sagrada Familia de Torrent, Pedro Puche

Gil, que se está preparando como postulante de la orden para poder realizar en el futuro la toma de hábito, afirmó que está «felicísima por estar en el convento», ya que «la intimidad» que dijo tener con Dios en el monasterio le produce «una paz y una alegría enormes» y añadió que siente como «si esto fuera un pedazo del cielo en la tierra».

La entrada de esta mujer en el monasterio se ha producido «a pesar tener muchas cosas que la hacían feliz», como «un mayor contacto con la familia», a la que «quiere mucho», o «gran cantidad de comodidades, como casa, chalet, coche o garaje»

Sin embargo, Teresa Gil sintió «una llamada de Dios a la vida consagrada» el pasado mes de septiembre durante una convalecencia por una fractura en un pie. En ese momento, «al leer varios textos espirituales», tuvo la «intuición de que Dios le pedía esta dedicación a la vida contemplativa y, finalmente, descubrió que la estaba llamando», explicaron desde el Arzobispado.

La viuda valenciana afirmó que comunicar su intención de ingresar en el convento a su familia «produjo inicialmente una gran sorpresa», pero añadió que «están contentos de que esté feliz aquí y mis dos hijos y siete nietos vienen periódicamente a visitarme», aseguró Gil.

Hace unas semanas, una de sus nietas fue a vestirse con el traje de Primera Comunión al convento para, «poder compartir conmigo y con toda la comunidad de religiosas ese día tan importante en el que recibió el sacramento», manifestó.

«Yo le dije a mi nieta que estaría junto a ella espiritualmente ese día y que rezaría al Niño Jesús para que le ayudara en su vida», relató Teresa Gil, quien añadió que «la mejor herencia que les puedo dejar a todos ellos es la fe».

Gil nació en la localidad tarraconense de Ulldecona, ejerció durante años como profesora en los institutos Juan de Garay y Conselleria de Valencia. Ha tenido seis hijos, de los que sólo viven dos de ellos.

«Mi ideal de vida siempre fue casarme y tener familia», recordó esta mujer, a tiempo que recalcó que su matrimonio «fue algo precioso, nos teníamos un amor y había entre los dos una compenetración muy grandes», puntualizó.

«Mi mayor miedo era que mi marido faltara, pero eso es algo que, con los años y gracias a la fe que iba recibiendo en la Iglesia, fui superando», recordó. Teresa Gil enviudó hace 13 años tras un infarto sufrido por su marido. Tres días antes de que lo padeciera, un sacerdote de la parroquia San Pedro Pascual de Valencia «me había pedido que diera un testimonio durante el Vía Crucis del Viernes Santo, que se celebraba ese día».

«Fe cristiana»

«Yo expliqué cómo la fe cristiana me había ayudado a superar miedos tan grandes como el de la posible pérdida de mi marido», subrayó. «Estar al lado de mi marido en sus últimos momentos, ayudándole y rezando con él, fue una gracia de Dios muy grande, porque pude descubrir con qué paz y esperanza se puede afrontar la muerte gracias a la fe en Jesucristo», indicó.

Teresa Gil recibió esta semana la visita de un centenar de integrantes de la Asociación de Viudas del Camino Neocatecumenal, en la que ha estado integrada hasta ahora, así como de feligreses de su parroquia, la de San Miguel y San Sebastián de Valencia.

La visita se produjo unas semanas después del ingreso de Gil en el convento para «compartir con ella el final del curso» de la Asociación de Viudas y «poder conocer de cerca sus primeras experiencias en este tiempo dentro del monasterio», según explicaron desde el Arzobispado.

Asimismo, el día que Teresa Gil ingresó en el convento, sus familiares y feligreses de su parroquia participaron en una misa presidida en el monasterio por el presidente de Liturgia del Arzobispado de Valencia, Jaime Sancho, y concelebrada por el párroco de la iglesia Sagrada Familia de Torrent, Pedro Puche

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